dissabte, 30 d’abril del 2016

Lomo Sputnik, una maravilla de la técnica rusa tridimensional de los 80.

Como comenté en un artículo anterior, más tarde o más temprano me tenía que poner a trabajar con esta fantástica cámara soviética.

De todos mis alumnos es conocida mi afición a trabajar con cámaras que pongan a prueba la pericia del fotógrafo, tanto en el momento de hacer las fotografías como en el momento de revelarlas, con el objeto de manetener la curiosidad del fotógrafo, últimamente mermada por la utilización de cámaras digitales. La verdad es que cada vez me aburren más, porque su funcionamiento es a veces mimético según la marca.


De hecho, mi primera cámara cuando empezé a tener la intención de ponerme con la fotografía medio en serio, con 15-16 años (creo que es el momento clave en el cual te empiezas a dar cuenta que la luz significa algo más para tí que para el resto de los mortales), fue una Lomo Lubitel 166-B, que en esa época estaba muy bien de precio (5.000 pesetas - unos 80€ para la época). Las características de ésta cámara, con todas las funciones absolutamente manuales y sin pilas, ya que lleva mecanismos de relojería, hicieron que aprendiera fotografía a pasos acelerados. Es de formato negativo de 6x6 centímetros, lo que hacía que la calidad por una parte y la óptica artesanal por otra, diesen a las imágenes un aspecto visual muy potente y personal. Tampoco disponía de fotómetro, cosa que me obligaba a asignar la exposición simplemente valorando el sujeto a fotografiar. Si a esto sumamos el hecho de utilizar carretes de formato 120, lo que limitaba las exposiciones a 12, daba un aspecto selectivo y único a cada toma.



Comento esto porque la Lomo Sputnik no es más que una cámara de formato medio de dos objetivos (de hecho el tercero es el visor para el usuario), de manera que se crean dos imágenes casi idénticas, que después del revelado y positivado, y gracias a un visor, nos permitirán disfrutar de unas fantásticas imágenes en tres dimensiones, y además de unos 150-200 megapíxeles de calidad al cambio digital, y eso para cada ojo!


Es curioso que el tema del 3d es absolutamente cíclico, si nos ponemos a pensar. El anterior artículo, dedicado a una cámara Verascope de 1890 nos hace ver que el 3d no es para nada un tema nuevo.

El único aspecto que me preocupaba es que la óptica, al ser similar a la fabricación de la Lubitel, podía tener personalidades diferentes en cada uno de los dos objetivos. por suerte no ha sido así, y las imágenes que me ha dado resaltan por su belleza y detalle.

En pocos días publicaré los resultados con imágenes conseguidas por esta fabulosa cámara.

dimarts, 26 d’abril del 2016

El poder del analógico.


El otro día se me ocurrió desempolvar unas fotografías de mis tímidos inicios en el mundo digital, hechos con una Canon EOS 350d con el objetivo de serie, al que llamo "Cola-Cao", muy amistosamente, debido a la pésima calidad que da el susodicho (creo que tendrían que haberle aplicado la pena capital al ingeniero que diseñó semejante monstruo). El caso es que se me ocurrió echarles un vistazo a esas antiguas fotos digitales, y para mi sorpresa, las aprecié todas desenfocadas, cosa que no me pasa con mis primeros negativos de los 80.

Algo está pasando a nivel cultural, que nos hace ver las capturas digitales antiguas desenfocadas. Será que ahora, con tanto megapíxel, no podemos apreciar calidad en los 6 , 7 u 8 megapíxeles que daban las primeras digitales con cara y ojos?

Sigo con mis reivindicaciones del medio analógico en un mundo cada vez más digitalizado. Esta vez mostrando imágenes que utilizan todas las excelencias del medio. La intención es clara: está muy bien experimentar y hacer cosas raras con el medio argéntico (como dice mi buen amigo Ignacio Benedetti), pero cuando se trabaja de manera correcta, no hay digital que se le iguale.


Lo que muestro en este post no son más que imágenes en blanco y negro, realizadas con una preciosa cámara de medio formato, una Yashica Mat de los 50. No llegaría a los niveles de la Rollei, considerada la reina del formato, pero los resultados de su calidad saltan a la vista.




Empiezo con una muestra de tres imágenes del Poble Espanyol de Barcelona, en las cuales podemos apreciar la latitud, que se correspondería con el concepto de rango dinámico en digital. Es increíble que en una sola fotografía sin utilizar nada de HDR ni técnicas que precisan varias exposiciones, podamos conseguir tantos tonos entre el blanco y el negro.


Estas otras están hechas en Francia, cerca de Carcassonne, y con una luz preciosa. Aquí volvemos a apreciar tanto la latitud (fijáos cómo el campanario ofrece detalle tanto en la parte de sombra como la que recibe un baño de luz) como el detalle de la imagen.
La calidad de una imagen depende de varios factores. El primero y más importante: el objetivo con el que está tomada la imagen, después vendrían la película utilizada, la exposición que se ha hecho, y finalmente el proceso de revelado que se ha seguido. Vemos pues que estos factores determinarán muy claramente la calidad final.

Concretamente, la película utilizada ha sido la Kodak 400TMAX, que aunque más sensible, en este tipo de negativos de 6x6 cm dan una calidad fabulosa, a años luz de lo que el digital nos puede llegar a dar.

Las lecturas de luz han sido realizadas con fotómetro de mano LUNASIX, dado que la cámara no lo posee. El revelado ha sido hecho con el magnífico Kodak XTOL en dilución 1:1 (1+1), y evidentemente ha sido realizado de manera manual y con muchísimo cariño.

Y el escaneado, por supuesto, se ha hecho con la mejor calidad posible. Todos y cada uno de estos factores tienen importancia, y cualquier paso dado en falso con el proceso lo puede llevar todo al traste a nivel de calidad. Por ello es muy importante cuidar los detalles en el flujo de trabajo que establecemos.

Vemos con este pequeño artículo como, después de ver tanta lomografía y revelados alternativos, si volvemos al proceso original bien expuesto, bien revelado y bien escaneado, podemos observar resultados muy por encima de la calidad que nos da el digital.

dimarts, 5 d’abril del 2016

Utilización de película caducada, la clave es experimentar.

Una gran moda que últimamente se ha instaurado entre los lomógrafos y hipsters ha sido el trabajar con material caducado. La verdad es que así como antiguamente, en una era totalmente analógica, ni se hubiese planteado, dentro del mundo digital en el que nos encontramos ésta manera de trabajar y reivindicar con el material es más que curiosa.

En los 80-90 pocos hubiesen trabajado con material caducado excepto los artistas experimentales, ya que se trabajaba con unos cánones de calidad impolutos (como el digital de ahora) y un pelo o una variación en el color hubiese sido algo menos que un desastre absoluto desde el punto de vista de los resultados.

Hoy en día, en cambio, se tiene que revelar y "rebelar" el carácter analógico, y que mejor manera que trabajar de manera incorrecta para poder destacar los defectos de un medio analógico y advertirlo a ojos del espectador. ya existen muchos programas, aplicaciones y plugins que "simulan" texturas y variaciones de color atribuidas al analógico, pero qué mejor que utilizar el medio auténtico!

Las fotografías que os presento podrían haber estado expuestas hace dos días. La película es Fuji PROVIA caducada hacía unos 5 o 6 años. El revelado es el correcto, el E-6 (diapositiva color) y ha sido realizado de manera manual, utilizando un tanque de revelado.

Destaca el color amarillento, lo que le aporta un aspecto vintage muy bonito. El hecho de haber hecho fotografías a objetos intemporales confiere a estas un aspecto peculiar y muy personal. Aun así, se ha mantenido la fabulosa calidad de la emulsión, aún siendo de 400 ASA. El tren parece salido de una fotografía de los años 60 (inicio del color para el aficionado base), los cielos mantienen una textura muy interesante, y la piedra una textura muy bonita. podemos también destacar, incluso en esta película caducada, la cantidad de tonalidades que nos dan los árboles. Eso sí, con colores absolutamente aberrados, como el hielo que aparece en una de las imágenes.

¿Para qué sirve esta técnica?, muchos se pueden preguntar. Pues para dar un plus a alguna salida que tengamos prevista hacer. De hecho, lo que tenemos que tener en cuenta cuando elegimos cámara (si tenemos donde elegir) y carrete, es claramente el destino de la imagen a nivel geográfico como de resultado a esperar. Y ésta elección tan acertada  desde mi punto de vista fue la siguiente: Cámara Rollei 35 (una preciosidad y considerada la cámara más pequeña de 35 mm, que me dió mi buen amigo y compañero de trabajo Marc mallol) y el carrete Fuji Provia 400 caducado.